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JEAN HURSTEL
Director de La Laiterie, Centre Européen de Strasbourg
De
formación teatral (TNS) ha llevado a cabo diversos proyectos de acción cultural
en las fábricas (Belfort), en los barrios obreros de Montbéliard (Peugeot),
con los mineros del carbón de la cuenca minera de la Lorena.
Desde
hace diez años, dirige La Laiterie Centre européen de Strasbourg, instalada
en una nave industrial, al mismo tiempo que prosigue su trabajo en los barrios
de la ciudad.
Presidente
de la red "Banlieues dEurope, el arte en la lucha contra la exclusión"
que agrupa una veintena de proyectos artísticos de ciudades europeas. Ha publicado
dos obras: "Jeunes aux bistrots Culture sur macadam", 1984 SYROS y
"Chroniques culturelles barbares", 1988 SYROS
Presentación
de la sesión
El concepto intercultural se declina en dos sentidos opuestos. En un primer sentido de la palabra, es aquello que une y reúne las culturas del mundo entero, es la producción y el consumo de masas propuesto por las industrias culturales mundiales. Las emisiones de televisión, las músicas grabadas idénticas, las modas unificadoras en la vestimenta y en la alimentación, son difundidas sobre el conjunto del planeta.
El segundo sentido de la palabra, "intercultural" designa los valores, representaciones, modos de vida singulares de los grupos sociales, los grupos de edades, regiones, ciudades; ahora bien esas culturas no tienen más que muy pocos espacios de expresión, de confrontación, de intercambio. De ahí los conflictos, las tensiones permanentes, la violencia y el creciente aumento de la intolerancia y del racismo en Europa.
La acción cultural, que tiende a favorecer la expresión cultural de estas singularidades y diferencias, choca rápidamente con los poderes locales que tienen tendencia a favorecer la cultura del grupo social de donde surgen, de donde aseguran que es "la cultura", la única, la verdadera. Y eso, ya sea bajo la forma elitista tradicional de las instituciones culturales de prestigio, o ya sea bajo la forma de la cultura regional folklorizante. El proyecto de la Laiterie Centre Européen de Strasbourg se basa desde hace diez años en inventar, llevar a cabo la expresión artística contemporánea en relación con las culturas múltiples actuales. Un conflicto reciente con el Ayuntamiento de la ciudad ha puesto radicalmente en duda este proyecto.
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Intercultural
/ conflictos / poderes locales; tres hipótesis, una síntesis.
Jean
Hurstel
Hipótesis número uno: lo intercultural no existe, hay que inventarlo.
¿qué es lo que une y reúne a las culturas del mundo, a las culturas de este tiempo? ¿qué significa el prefijo "inter" en el término intercultural? La primera respuesta que me viene a la cabeza es la producción y el consumo de masa propuesto por las industrias culturales mundiales. Porque cuando se evoca la globalización económica y financiera, así como sus consecuencias sociales, se olvida la globalización cultural en marcha desde hace unos veinte años.
Una uniformización creciente de la producción-consumo de productos idénticos que va más allá del McDonald y la Coca-Cola, pero que se extiende hasta lo imaginario y lo simbólico del planeta. No sólo series de televisión idénticas, la World music, el show business, las "majors" en la edición de los discos; un sólo disco de Loft Story / Operación Triunfo asegura un 30% de las ventas de discos. Pero sobre todo se trata de una uniformización de las representaciones, los valores y los modos de vida; de la cocina de fast-food a la ropa unisex, de Dinastía al rap, sólo hay un vínculo intercultural, una sola cultura uniforme para todos, una sola lengua, Airport English, dialecto globalizado, un mismo sonido, una imagen idéntica. Esta uniformización va más allá del ocio. Penetra en los estilos de vida. Las diferencias de sexo y generación que conforman el zócalo de la identidad personal y colectiva se van borrando. El papel de los padres se va modificando, las familias monoparentales (o las familias recompuestas) se multiplican, mientras desaparece la relación con el trabajo a causa del paro, o los puntos cívicos y políticos desaparecen. El individuo se privatiza, se convierte cada vez más en productor consumidor intercambiable de un horror económico que va más allá. Los vínculos sociales y familiares se distienden, lo intersocial e intercultural se desvanece. El individuo solitario en una multitud solitaria, el combate de todos contra todos conlleva una sensación de inseguridad. De ahí la multiplicación de las así llamadas "políticas de seguridad" en las ciudades, la construcción creciente de cárceles, la revolución conservadora y el orden moral que le acompaña.
Los jóvenes "salvajes" de los barrios se convierten en enemigos públicos número uno, mientras que la presencia masiva de comunidades inmigradas despierta reflejos racistas y xenófobos. Desde Austria hasta Francia (18% de votos a favor Le Pen en las ultimas elecciones), de Dinamarca a Italia pasando por los Países Bajos, los partidos políticos navegan por una potente ola de odio hacia el otro, odio del extranjero. Entonces, ¿qué significa la voluntad de vínculo?, ¿vincular culturas que, en el mejor de los casos, se ignoran y en general se odian?
Uno de los ensayos llevados a cabo por la Laiterie de Estrasburgo ha sido crear un Théâtre des Lisières, donde se provoca la confrontación de las diferencias culturales del mundo contemporáneo. Una confrontación entre países, una frontera "franco-iraniana", "franco-austriaca", "judío-árabe", una confrontación "masculino-femenino", "educadores-educandos". Una confrontación donde los conciertos y las obras de teatro siempre van acompañados de debates y encuentros con públicos distintos.
Ejemplo : la "Lisière", el límite franco turco. En una sala se monta un zoco con mercaderes turcos de la ciudad, en otra un concierto de los pastores del Taurus, en una tercera sala un debate sobre las comunidades turcas en Europa. Los niños miran el teatro de sombras Karageuz mientras los músicos aficionados improvisan un concierto. Familias con el cochecito de niños y los críos se sientan a tomar un café turco mientras los jóvenes esperan a que empiece el concierto de rock de un grupo franco-turco. Durante dos fines de semana se intenta establecer una frágil dinámica intercultural entre la mitad del público de origen turco y la otra mitad de origen francés.
Hipótesis
n°2: La cultura no es un cadáver ni una lata de conservas, sino un movimiento
perpetuo de vida.
Estrasburgo 1997: un barrio periférico popular, Koenigshoeffen.
El Frente Nacional acaba de empapelar la ciudad con un cartel lleno de odio que representa a una alsaciana en traje tradicional con la cara tapada por un velo islámico. Escandalizado, recorro el barrio para saber cómo se percibe este cartel, cuáles son las representaciones de aquel momento en el suburbio. Me encuentro con familias alsacianas. Todas me hablan de los viejos buenos tiempos, mientras estábamos "en familia", cuando no había extranjeros. Cuando se trabajaba en las cervecerías que han cerrado, todas, cuando se reunía la gente el domingo en verano cerca del río, por la tarde en los cafés, cuando se representaba el misterio de la pasión por Semana Santa. La nostalgia del paraíso perdido. Paraíso mítico, porque rápidamente me entero de que las rivalidades estallaban cada domingo entre los "rojos" y los "negros" y que había que hacerse polvo desde los 14 años en las fábricas del suburbio. La amnesia colectiva y la fijación obsesiva en un mundo tradicional caduco. El párroco me lo confirma: "Para la fiesta parroquial, tengo un plan, el mismo desde hace 40 años. Si desplazo una mesa, la gente me dice así no se puede hacer la fiesta, hay que hacerla como siempre". En una zona del barrio charlo con familias turcas. Esta es la primera historia que me explican: "Los padres turcos tienen el dedo corazón más corto que los demás dedos porque, a fuerza de golpear sobre la mesa con el dedo corazón desde hace veinte años repitiendo ¡Mañana volvemos a nuestro país!, sus dedos se han encogido." Los turcos viven en la nostalgia del tiempo perdido. Entre el exilio en el tiempo y el exilio en el espacio, ¿qué ocurre, qué se construye en las ciudades donde vivimos?
Exactamente se trata de lo contrario del movimiento de globalización y uniformización descrito anteriormente. El repliegue sobre una construcción fantasmagórica que se da en llamar "identidad", "tradición", "comunidad", "folclore", porque sólo se acepta una práctica popular cuando se convierte en cadáver, en conserva o en objeto de comercio. Cuando ya no sabemos hacia donde vamos sólo nos referimos a un pasado mitificado. Esta fuerte tendencia fija las identidades, cierra las comunidades, desarrolla el odio hacia el otro. Desde los Balcanes, con la vuelta de la "limpieza étnica", hasta Argelia, el Oriente próximo con una "umma" una comunidad de creyentes - o el País Vasco, en todas partes se refuerza la clausura de las representaciones, de los valores del comportamiento y, por lo tanto, de las culturas. Se aferran a una etnicidad fantasmagórica, a una religión exclusiva, a un trozo de bandera.
Después de estos encuentros se creó una obra de teatro titulada "Nosotros" en un sótano de un barrio de bloques de pisos. Imposible dar con ello sin llamar por teléfono. Formamos pues un público compuesto por inmigrantes y gente de origen francés, a partes iguales. La entrada consistía en y se limitaba a traer vino, café o pastelitos y, tras el espectáculo, se organizaba un debate entre los espectadores. Hemos organizado 43 representaciones para grupos de 50 personas cada uno.
Hipótesis
n°3. La cultura no es un largo río tranquilo, sino un combate permanente.
Se han implementado tres dinámicas artísticas y culturales en Europa. La primera tiene que ver con las instituciones culturales establecidas desde hace tiempo (óperas, museos, teatros, bibliotecas). Son los instrumentos tradicionales de las políticas culturales y contribuyen a la imagen y el prestigio de una ciudad, pero topan con una barrera social insalvable. Sólo acuden a ellos las capas sociales con un diploma universitario de tercer grado. El fracaso cada vez más visible de las políticas de democratización cultural conlleva una crisis financiera y una crisis de objetivos muy fuerte. La segunda dinámica se compone de múltiples iniciativas para romper el escudo social del arte. Se trata de las intervenciones artísticas en las escuelas, los hospitales, las cárceles y, en especial, en los barrios populares. Cada vez más artistas rechazan "la instrumentalización, las barreras sociales" y llevan a cabo proyectos con la población de los barrios populares. "Banlieues dEurope" federa estos proyectos a nivel europeo. Porque esta dinámica no funciona enmarcada en un edificio, sino que se constituye a partir de un proyecto.
El tercer nivel es el de los últimos en llegar a antiguas zonas industriales. Los nuevos territorios del arte, abiertos a artistas y compañías de teatro independientes, las alternativas artísticas de la música amplificada, el rap, los DJs, los multimedia, los nuevos vínculos con la población. De los "okupas" artísticos a los lugares reconocidos, forman un nuevo archipiélago cultural con medios financieros reducidos.
Entre estas tres dinámicas se da el conflicto permanente más o menos importante. Los poderes locales, como los ministerios, suelen estar anclados en la primera dinámica, la de las instituciones culturales tradicionales. No están, o no están todavía, sensibilizados hacia la evolución, los nuevos públicos, los nuevos movimientos artísticos.
La cultura en Europa, y sobre todo en Francia, depende completamente de los poderes públicos. El mecenazgo y la esponsorización sólo representan un 0,05% del gasto cultural del país. Sobre esta dependencia total pesan muchas amenazas. A cada cambio de mayoría municipal o de gobierno se replantean los subsidios, se despiden los equipos. En Estrasburgo, en 2001, el cambio de color político del Partido Socialista a la derecha en el Ayuntamiento implicó una amenaza de cierre de la Laiterie Centre européen. Hemos organizado un "salon des refusés" (salón de los rechazados) reuniendo a todos los equipos artísticos cuestionados por los nuevos miembros del equipo municipal. Un comité de apoyo con 700 socios y el apoyo de los medios locales de comunicación nos ha permitido obtener una prórroga de un año, pero hemos perdido una sala de teatro que ha sido municipalizada a pesar de haber llevado allí una acción continuada durante diez años.
La razón del príncipe no se puede aceptar en una democracia, no se puede aceptar en el ámbito social, económico ni, sobre todo, en el ámbito cultural, donde la libertad de creación, y la independencia de los equipos, debería ser la primera regla. Oponerse, criticar y contestar al poder instituido siempre ha sido el papel primordial de una cultura viva.
¿qué podemos hacer? Apoyarnos en las redes "Banlieues dEurope", "Trans Europe Halles", "Autres Parts" que agrupan a los nuevos espacios de arte en Francia, a nivel europeo. Exigir una transparencia en la atribución de la financiación pública. Exigir una instancia de mediación en caso de conflicto. Exigir que nos escuchen cuando hablamos porque, después de todo, somos la cultura activa en el país.
El arte por el arte es un concepto que se remonta a finales del siglo XIX. El arte y la cultura se enmarcan en una sociedad, en una época histórica concreta. Los artistas y los hombres de cultura componen la institución imaginaria de la sociedad y no les basta el marketing de la producción y el consumo cultural. Su proyecto artístico es también un proyecto político, entendido como la polis de la ciudad.
Repensando la cultura y volviendo a fundar las nuevas prácticas culturales se contribuye a este viejo proyecto de autonomía individual y colectiva que, a largo plazo, es la única razón de ser de la democracia y, por lo tanto, de la cultura.