LA
ACTUACIÓN CULTURAL EMPRESARIAL
Raimon Bergós
Ponencia del Simposio Ética y Intervención Cultural. Barcelona, 28 de noviembre de 2001
Introducción
Bien, cuando me pidieron, la colaboración en esta iniciativa, para tratar de la actuación cultural de la empresa desde una perspectiva ética fue un tema que para mí era muy cautivador dado que, es un tema que está siendo objeto de debate en muchos ámbitos. Y, concretamente, en el sector de la empresa está comenzando a tener una transcendencia más grande de la que pueda parecer a primera vista.
Aunque sólo sea a título de ejemplo, os puedo asegurar que no es una entelequia ni un tema filosófico, sino que efectivamente en los foros (y no me refiero ahora al del 2004 concretamente), sino a los foros empresariales se está hablando cada vez más de la ética de los negocios y de la responsabilidad social de la empresa. Y cuando se hace esto, estamos delante un tema de propuesta de valores, de definición del modelo de sociedad que queremos construir. Yo sinceramente, reconociendo que estamos al principio, no creo que sea una simple propuesta de valores ideales sin concreción ni repercusión en la vida cotidiana, sino que tendrá sus efectos prácticos.
En este sentido creo que el atentado terrorista del once de septiembre ha tenido sus consecuencias en este sentido (¿porqué?). La victoria del sistema económico capitalista, la globalización económica y cultural no se podrá seguir abordando, como hasta ahora, sin unas referencias éticas claras, so pena de tener graves y serios problemas de convivencia, que indudablemente también serán globalizados. O sea, la cultura predominante, digamos en este sentido occidental, se ha visto temporalmente en peligro, no ya como cultura, sino como sistema económico, que parecía inexpugnable. (incluso militarmente)
Delante la vulnerabilidad del sistema y la inseguridad se ha recapacitado sobre algo que las ONGs de cooperación para el desarrollo hace tiempo que proclaman: Justicia. Sin justicia no hay seguridad posible, y en un mundo global como el nuestro, se precisa una justicia también global. Esto ha hecho que, de alguna manera, todo este tema de la ética en los negocios se haya relanzado porque se ha visto que realmente, a parte de la democracia política y social, se necesita también una democracia cultural i la introducción de valores éticos en los negocios como elemento clave de supervivencia del propio sistema.
La existencia de la injusticia es real y objetiva. El 80% de las personas que viven en este planeta sufren y el 20% vive fantásticamente bien. Esto tiene sus consecuencias, porque esta globalización de la cultura, no solamente podrá consistir en una identificación con el modelo cultural dominante, sino que también comportará una globalización de la ética. Tendremos que conocer entre todos hacia donde vamos y en este siglo XXI aparecerán nuevas opciones para poder escoger entre valores, entre prioridades y entre situaciones concretas.
Y evidentemente, aquí podemos hablar del comportamiento de las empresas. Ya no hay suficiente en cumplir el principio de legalidad del país donde están. En un mundo globalizado no tiene mucho sentido que lo que es un comportamiento ilegal en un país, y que en este mismo país incluso es éticamente reprobable; en cambio sea admisible en una sociedad del Sur, menos desarrollada. Me estoy refiriendo por ejemplo a la utilización del trabajo infantil como mano de obra. Las empresas tienen que optar por una ética global y por tanto tomar una determinación al respecto que comportará unas consecuencias bien claras hacia la configuración de un futuro u otro.
Responsabilidad social de la empresa: límites éticos
Por esto, al hablar de la responsabilidad social de la empresa, partimos del supuesto que la empresa no sólo produce riqueza, sino que también tiene que tener unos valores delante la sociedad, que tiene que mesurar incluso sus fuentes de financiación, que tiene de tener una transparencia. Pero no solamente porque así lo establece la ley, sino porque cree que es una responsabilidad de ella misma, dar esta transparencia a la sociedad. ¿Cómo consigue el dinero? ¿Cómo aplica los resultados? ¿Cuál es el comportamiento que tiene en ámbitos como son la bioética, el comercio justo, etc.? En definitiva, determinar cuales son sus límites éticos.
Y en el ámbito cultural, pues aquí ya entraríamos en un tema concreto, la cultura tiene un valor de mercado, esto es un tema que sabemos, lo vemos por las actuaciones de los políticos, de determinadas empresas que cada vez más, vía patrocinio y / o mecenazgo, quieren asociar su nombre comercial a determinados eventos culturales.
Y hemos visto, por ejemplo, como la obra social de las cajas de estos últimos años, donde ha habido realmente una inflexión hacia los temas culturales, dado entre otros factores: a su relativo bajo coste, al desarrollo económico y social del país y a su gran repercusión mediática. Pero este fenómeno, ciertamente positivo comienza a ser cuestionado por determinados sectores de la sociedad, dada la falta de recursos hacia otros sectores mucho más "sociales", como son los problemas de exclusión social; sostenibilidad; la inmigración; cooperación al desarrollo, etc.
El tema de la cultura ha tenido estos años, pues, mucha financiación privada (hecho que seguramente es previsible que siga), pero sí que, cada vez más, el patrocinador o el mecenas, no solamente supondrá una fuente de financiamiento, sino que de alguna manera intervendrá en la gestión, y se le exigirán también una serie de valores y cuestiones éticas.
Así vemos pues, que este marco jurídico de la gestión cultural cada vez se complica más porque el gestor cultural tiene que tener en cuenta, no solamente el ámbito donde se mueve, sea público o privado (en el que hay, entonces, unos derechos de propiedad intelectual que se tiene que respetar), sino también la fiscalidad (donde se puede pagar con IVA, sin IVA, respetando o no unos derechos laborales, etc.) y que pueden comportar numerosos conflictos éticos, que sólo podremos resolver si previamente hemos definido el modelo de gestión cultural que pretendemos. Ya hablaremos un poco más, si tenemos tiempo, con ejemplos concretos.
¿Utilizar modalidades contractuales que son fraudes a
la ley es ético?
El tema de la protección de datos de carácter personal, es un tema que también no se tiene demasiado en cuenta y que cada vez será más importante. De hecho lo es por ley, per no hay aún una gran sensibilidad respeto a estas cuestiones, como la cesión de nuestros datos personales entre administraciones y empresas, que afectan nuestra intimidad personal y familiar.
El tema de las relaciones laborales, el voluntariado, como elemento a fomentar, pero no la utilización del voluntariado como forma de evitar la contratación laboral. Por lo tanto, aquí tenemos ejemplos claros en los que incluso, hasta legalmente, a veces, se ha desdibujado la aplicación estricta de determinados reglamentos por una justificación única y exclusivamente de coste económico.
Por tanto, si previamente esta industria cultural privada tiene un código de valores (y no tiene que decirse, precisamente, código) o unos principios, una filosofía en la que se determina como pretende utilizar los medios de producción, también tendrá un comportamiento ético, en el que seguramente se establecerán unas prioridades dado que alcanzan que el único objetivo no es el beneficio de sus propietarios.
Aquí, es curioso, por ejemplo señalar, como con la documentación que se les ha repartido de esta "Agenda de principis i valors del Fòrum Barcelona 2004", que puede parecer que sólo es un tema filosófico, cuando ciertamente es que a la práctica ha tenido sus dificultades, porque han habido empresas, patrocinadoras (y estoy hablando de antes del atentado del once de septiembre), que, han tenido dificultades para aceptar esta "Agenda de principis i valors". ¿Porqué?
Esta "Agenda de principis i valors" podríamos decir que, de forma muy sintética, tiene varias ramas, pero diríamos que es la aceptación de los principios de sostenibilidad, de aceptación de la defensa de la biodiversidad, la diversidad cultural, partiendo de una base de una ética y una cultura de la globalidad, una cultura de la paz y, por tanto, un respeto por las diferencias tanto religiosas, ideológicas, étnicas, lingüísticas e históricas.
Bueno, pues esto, que lo que supone es una aceptación de estos principios y valores, en algunos casos ha sido gravemente difícil y, a veces, incluso la negociación ha quedado trabada por este punto. Pensamos que, por ahora, aceptar estos principios y valores no comporta, al menos de momento, el compromiso directo de implementarlos, pero, sí al menos una reflexión y una apuesta para la aceptación del cambio en determinados comportamientos tradicionales.
De hecho no se pide que los tengan que seguir, sino que acepten y que, evidentemente, en la medida de lo posible, digamos, se pongan en práctica.
Por esto, estamos en un primer estadio, una primera fase de la incorporación de la ética. Esto, estos principios y valores, por ejemplo, el año 92, habría sido una cosa bastante inconcebible, que se hubiese, digamos, propuesto y, de alguna manera obligado, a que todos los patrocinadores, además de dar dinero, aceptasen este tipo de principios y valores. Sí que había unos principios del olimpismo, pero tienen muy poco que ver con los puntos y ámbitos prácticos de actuación en que se tocan ya este tipo de referencias éticas.
Entonces, para concretar, aquí diremos que, industrias concretas, a la hora de tomar decisiones, si tienen hecho este decálogo de principios y valores éticos, en su funcionamiento estratégico, facilita mucho, a veces, la toma de decisiones en situaciones concretas.
Por ejemplo:
En el tema de mecenazgo, patrocinio - mecenazgo. Es evidente que un patrocinio es una contraprestación publicitaria, lo que pasa es que a veces, la entidad que recibe este dinero, como esto es un tema que tiene una tributación determinada (IVA, etc.) entonces se hace la estrategia de decir: "yo hago una donación filantrópica y tu me especificas todas las contraprestaciones, muy detalladas en una carta a parte".
Bueno, esto es hace, sabemos que es una práctica. Esto es un fraude a ley.
Aquí se tiene que tomar una decisión, saber pues, si esto puede seguir siendo así o no.
Evidentemente, las posibilidades de que la administración correspondiente detecte una situación de estas, son muy bajas. Pero está claro, aquí está el tema: si previamente se ha decidido, pues, tener una transparencia también en el ámbito fiscal y un cumplimiento estricto y riguroso de la legalidad, entonces seguramente este tipo de actuaciones no se harán.
Otro ejemplo sería, cuando se utiliza el voluntariado o becarios de forma permanente, cuando en realidad no son ya becarios, sino que son autenticas relaciones laborales encubiertas. Esto también es una práctica que, evidentemente. Un becario puede durar un tiempo, un año, incluso más, pero hay becarios que llevan 15 años en la misma entidad, siendo becarios.
El tema, por ejemplo, de la contratación de unos músicos. Unos músicos, todos sabemos que tienen una problemática específica. Claro está, podemos contratar unos músicos, que se les paga, como se dice vulgarmente, en negro, directamente a ellos, o a través de una asociación que lo que hace después con estos músicos asociados no lo sabemos, y tampoco es nuestro problema.
O hacerlo directamente con personas que realmente tienen el alta de la SS o que están en una cooperativa de Trabajo Asociado que probablemente tendrá un coste superior.
Está claro, que el gestor cultural, evidentemente, él por sí mismo no podrá decidir nada; pero si estamos hablando con una entidad pública o una entidad privada sin ánimo de lucro que ya ha llegado a, digamos, analizar todas estas situaciones, evidentemente, si ya partimos de la base que estamos pidiendo un comportamiento ético a las empresas, nosotros como entidad que contrata servicios culturales, también tendremos que ser coherentes con estos principios, con lo cual seguramente, la opción escogida será la más ética, pero también la más cara. Por esto, estos principios de transparencia, de legalidad, de eficiencia, no solamente afectan a los clientes de las empresas, sino también a los proveedores (en relación a los competidores). Y todo esto, que puede parecer papel mojado, está empezando a tener sus efectos. ¿Por qué? Porque al final, tendrá su incidencia, tanto en el comportamiento colectivo de los consumidores, como en la imagen externa de modernidad y responsabilidad de la empresa.
Este tema, que puede parecer que no tenga transcendencia, desde un punto de vista económico, puede tener mucha. Y curiosamente, después del once de septiembre, hay una más grande sensibilidad por parte de las empresas para entender estas cuestiones.
Y, temas como el comercio justo, que hace unos años podían hacer reír, comienzan a tener su importancia. El hecho que una multinacional empiece a hacer comercio justo, es algo positivo. Que determinados establecimientos de grandes superficies, también incorporen esta opción, evidentemente porque venden, es algo muy positivo. Los temas de sostenibilidad medioambiental cuando haya una cultura más desarrollada en estos temas, cuando incluso las nuevas hornadas de ingenieros, y de profesionales que actúan en el ámbito de las tecnologías y la ciencia tengan esta formación más solidaria, veremos como podremos escoger entre valores, prioridades y situaciones que permitirán configurar un mundo más humano para todos.
La legalidad, de alguna forma, recoge el sentido mayoritario de una sociedad en concreto. Que el principio de legalidad es algo muy importante en una democracia es obvio. Pero el tema de la ética va más allá: no lo hacemos porque estamos obligados a hacerlo, sino porque creemos que es conveniente,, s necesario para nosotros, para nuestros clientes, para nuestros destinatarios y benefactores que podamos tener.
Yo no sé si ésta mañana o ayer... Porque me parece que se inauguró ayer, no? Pues se ha hablado, por ejemplo, del tema de los fondos éticos.
Los fondos éticos: o sea, la financiación, la procedencia de los fondos y el destino de nuestras inversiones. El hecho de tener una subvención pública y rendir cuentas. No porque nos obliguen un interventor público respecto una entidad privada, sino porque es conveniente dar transparencia de lo que hacemos con este dinero público, tanto a quien nos lo ha dado como a nuestros destinatarios de los servicios. Luego vemos, por ejemplo, el tema de debate, en cámaras de comercio; el impacto social económico de la empresa hacia la innovación, la justicia y la globalización mundial.
O sea, hablar de justicia en la empresa, hace unos años, era una cosa que no era en absoluto necesario. La empresa por definición tenía por finalidad hacer beneficios dentro de la legalidad del momento; crear riqueza y repartirla entre sus accionistas, y aquí se terminaba todo. Se cumplía la legalidad formal, digamos que, de alguna manera, si se podía pasar la frontera de la legalidad sin que pasara nada, entonces también, era tolerable, no pasaba nada. Esto, actualmente es impensable ya que el no pagar los impuestos tiene sus consecuencias a medio/largo plazo para la sociedad, también.
El estado del bienestar, que todos pedimos, comporta una fiscalidad. Quiero decir, tiene un coste. Pero, este coste se asume como socialmente correcto y, por lo tanto, la contribución pasa (por tanto, por cumplir con las obligaciones fiscales).
Las empresas que tienen un apurado cumplimiento de la normativa fiscal, en muchos casos, son empresas en las que hay participación de capital extranjero, porque hay una concepción de responsabilidad social superior a la, digamos, pequeña y mediana empresa nacional.
Entonces, uno de los principios, por ejemplo, que se comentan actualmente es este: la conducta de las empresas más allá de la letra de la ley.
Y todo esto, ¿para qué? Para conseguir la confianza de la sociedad respecto la empresa. Y en el ámbito cultural, creo que es una de les industrias que, precisamente, por razones obvias, esta sensibilidad tendría que ser la, digamos, más preeminente. El respeto a las reglas de juego, quiero decir las legales, a veces, las consideradas como comportamiento social mayoritario. El hecho de apoyar el comercio multilateral y, con esto, todo el tema de evitar las operaciones ilícitas, el respeto al medio ambiente, que es algo que también, aun qué que tiene un costo se considera que es positivo para la sociedad. O sea, la empresa no se ve como una isla separada del entorno donde actúa. Y bien, esto evidentemente también tiene sus consecuencias en los clientes, como decíamos, en los empleados (en las relaciones con los empleados) y los proveedores.
Bueno, para terminar, recordar como decía al principio de mi intervención cuando decía que en el mundo capitalista las referencias éticas son cada vez más necesarias para el futuro.
Y esto tiene unas consecuencias en la aplicación concreta de la toma de decisiones tanto de las empresas y, evidentemente, también de sus gestores. Y en este caso de los gestores culturales. Pero previamente, supone un debate, no puede ser que individualmente cada uno haga la suya, sino que debe haber un debate y una reflexión de la empresa (de la industria cultural) para determinar luego, en situaciones concretes, un poco, qué es lo que queremos hacer y qué valores son los que tenemos que priorizar.
Muchas gracias.
Documento presentado en el Simposio "Ètica i intervenció cultural"