Vivimos en un mundo globalizado, donde los problemas del desarrollo son cada vez más complejos y que nos plantea retos de carácter transnacional de múltiples dimensiones: económicos, sociales, culturales, sanitarios, ambientales, etc. Fenómenos como el deterioro ambiental y la pérdida de biodiversidad, las migraciones forzadas y la crisis de refugiados, las pandemias mundiales, la creciente desigualdad, el terrorismo internacional y la seguridad alimentaria, entre otros, han adquirido dinámicas de interdependencia entre territorios y se han convertido en claras amenazas para el futuro del planeta y de la humanidad.
Por lo tanto, observamos que hoy en día el desarrollo ya no es un problema de algunos países y entendido exclusivamente como crecimiento económico, sino que resulta necesario ampliar el foco a un mayor número de temas y aspectos que condicionan el bienestar de las sociedades y la vida de las personas, vivan donde vivan.
Como respuesta a esos retos y al concepto multidimensional del desarrollo, las agendas internacionales también se han transformado. En 2015, la comunidad internacional se dotó de la Agenda 2030 y de 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Esta, a diferencia de la Agenda del Milenio, es de carácter universal e interpela a todos los países a actuar de forma integral y holística desde los diferentes ámbitos del desarrollo, independientemente de su nivel de progreso. Así pues, no se trata de una agenda únicamente de cooperación, sino que exige más compromisos, tanto por parte de las políticas domésticas, como de la acción internacional.
Para hacer frente a estos problemas multidimensionales del desarrollo generados por la sociedad global, resulta esencial repensar y fortalecer la cooperación internacional para el desarrollo y trabajar de forma colectiva en una alianza desde todos los sectores (público, privado y sociedad civil) y ámbitos de trabajo.
El ODS 17 de la Agenda 2030 propone una alianza mundial y hace un llamamiento a movilizar todos los medios necesarios para contribuir eficazmente al desarrollo sostenible y hacer frente, de forma conjunta, a los retos que tienen hoy en día el planeta y la humanidad. Por lo tanto, los poderes públicos de todos los países, entre ellos los gobiernos locales y todos los agentes sociales, están interpelados a dar respuesta a dichos retos.